El Centro Asociado de la UNED de Dénia ha clausurado esta mañana el curso sobre Libertad, igualdad y fraternidad tras la celebración de la tercera y última jornada, en la que se han celebrado dos ponencias. En la primera de ellas, el abogado y profesor-tutor de Derecho de la UNED de Dénia, Jaime Sendra, ha hablado sobre Protección y defensa de los derechos y libertades.
La primera parte de su intervención ha versado sobre los mecanismos que la Constitución Española establece para la defensa de los derechos fundamentales: El amparo constitucional (a través de los recursos dirigidos al Tribunal Constitucional) y el amparo judicial (la jurisdicción ordinaria). También ha hablado sobre la figura del Ministerio Fiscal como defensor de la legalidad y del Defensor del Pueblo.
A continuación ha fijado el marco de protección de los derechos humanos a nivel europeo, centrándose en dos instituciones: El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, que interviene de forma suplementaria y depende del Consejo de Europa; y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo y que se rige por la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Ya en materia de debate, Jaime Sendra se ha pronunciado sobre la nueva Ley de Seguridad Ciudadana (más conocida como ‘Ley mordaza’), contra la que hay interpuesto un recurso de inconstitucionalidad. En opinión del ponente, esta nueva ley “viola” el espíritu del Convenio de Derechos Humanos y también ignora la propia Constitución Española, que en su artículo 10.2 dice que “las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”.
Por tanto, Sendra se ha mostrado convencido de que o rectifica el gobierno o, “como mínimo, será recriminado, sino condenado”. A su juicio, esta nueva ley “supone un paso atrás desde la creación de la Constitución”, además de “menoscabar la reputación de la marca España en materia de fomento de los derechos fundamentales”.
La “involución” del Franquismo.
La última ponencia del curso la ha impartido de Ángeles Egido, catedrática de Historia Contemporánea de la UNED, que ha hablado sobre Historia, Justicia y Guerra Civil. Su intervención ha comenzado haciendo un repaso de distintas sublevaciones acaecidas durante la II República como el golpe de estado fallido del general Sanjurjo, el capítulo de Casas Viejas o la Revolución de Asturias del 34, las cuales “fueron en su totalidad atajadas por el gobierno con los mecanismos legítimos, no llegaron nunca a alterar el orden constitucional y se saldaron con un número pequeño de víctimas”.
De entre todos estos capítulos, destacó la Revolución de Asturias, que “perjudicó mucho a la imagen de la República -más incluso que la quema de iglesias y conventos-, se terminó convirtiendo en la gran piedra de toque para las tesis revisionistas y fue el pretexto para el pronunciamiento militar de 1936”. Egido subrayó que tras la contienda bélica “no hubo ninguna reconciliación nacional ni represión aleatoria, sino un plan sistemático para acabar con todo aquello relacionado con el bando contrario”, si bien lo que “más daño produjo al país fue el proceso de involución que impuso el franquismo, pues “se dio un parón, un frenazo brusco en el proceso de integración europea por el que había apostado la República”.
Este proceso de involución, en opinión de la catedrática, tiene tres componentes: uno ideológico: “Había que volver al auténtico ser de España: una, grande y libre, haciendo una cruzada contra los infieles”. Un componente sociológico: el régimen quería acabar con todos los progresos y avances en materia de derechos y libertades que habían sido instaurados por la República. Y un último, aunque menos claro, de carácter económico, relacionado con el patrimonio de algunos partidos y de muchos vencidos, que lo perdieron todo.
Para la ponente, la visión franquista de la historia “no es inocente”, dejándose notar desde el fin de la guerra –con la represión inmediata-, hasta la actualidad con el “desprecio y falta de sensibilidad con los familiares de los caídos”, en un intento por “hurtar la memoria de las víctimas”.